Este podría ser nuestro San Isidro… en lugar de eso es un “cura de India”. Independientemente de si es cura o santo, todas las personas en India, siguen una rutina de vida. “La rutina de purificación”. Por eso, la rutina diaria de todo hindú (persona que practica la religión hinduista) es por este orden:
Justo después de levantarse, lavarse los dientes, darse una ducha y comenzar la “puja” o rezos, tanto dentro de los casas como en los templos, antes de ir a trabajar. Esto, nos recuerda a uno de los milagros de San Isidro Labrador: EL MILAGRO DE LOS BUEYES: Isidro se levantaba todas las mañanas muy temprano y antes de ir a trabajar, siempre acudía a la Santa Misa. Alguno de sus compañeros, tenía envidia de él y fueron al jefe a decirle que Isidro abandonaba su puesto de trabajo, además de llegar tarde todos los días. El jefe, quiso tener pruebas de ello y comprobarlo con sus propios ojos, así que decidió seguirle y espiarle sin que se diera cuenta, escondiéndose detrás de unos matorrales. Sorprendentemente, mientras Isidro se encontraba rezando, los bueyes estaban arando por sí solos. Según cuenta la historia, quizá guiados por un ángel. Posteriormente, cuando Isidro volvía de rezar, trabajaba muy duro y de forma contraría a como decían compañeros muy envidiosos, obtenía gran provecho y producción en el trabajo. Por ello, el jefe comprendió que aquello se trataba de un prodigio del cielo. Como curiosidad antes de relacionar otra costumbre con uno de los milagros de San Isidro, os contaremos que en la cultura India, las personas más jóvenes, tocan los pies de los más mayores en señal de respeto. Puede ser que esto nos recuerde a cuando Jesús lavó los pies a sus discípulos…
Y hablando de respeto, los animales en la India, son respetados y siempre que los indios tienen ocasión, dan de comer a los tantos animales que viven en la calle. Esto también, nos recuerda a otro milagro de San Isidro. El de los pájaros. EL MILAGRO DE LOS PÁJAROS: durante toda la vida de Isidro como labrador, tuvo un gran aprecio y sensibilidad hacia los animales. Nunca maltrató a los animales que trabajaban para él como los bueyes y otros de la hacienda, fue todo lo contrario. Según cuenta una leyenda, un día de puro invierno y mientras Isidro iba al molino acompañado de un mozo con un saco de grano, sintió compasión de unos pájaros que en la nieve ya no podían encontrar comida, por lo que se encontraban en una situación de vida límite, a punto de morir. Isidro, no dudó un instante en limpiar un pedazo de tierra apartando la nieve para que los pájaros pudieran encontrar alimento. En el hueco que hizo, vació la mitad del saco de grano. El mozo, se mostró incrédulo y se echó a reír pensando que su capataz era un tonto. Sin embargo, al llegar al molino, resultó que el saco estaba como antes, hasta arriba de grano como antes.
También, en otra ocasión Isidro nos volvió a demostrar su amor por los animales, cuando al encontrarse sembrando trigo, nunca se le olvidaba lanzar puñados de simiente fuera del surco para que sirvieran de alimento a los pájaros, otros insectos y animales, que también son de Dios.
Deja una respuesta