¡Feliz Año 2017! Empezamos este post del año, con un poema sobre Buda. No puedo contarte más o te estropearía la belleza de este poema y las verdades tan grandes de las que habla… Bajo mi punto de vista, hay muchos caminos pero la forma de afrontarlos tan sabia y tan dificil de llevar a cabo en este mundo terrenal, es el desapego 🙂 ¿Podremos aprender un poco más de esta forma y filosofía de vida despegándonos de las cosas, de las personas y de todo lo que nos rodea? Al menos, yo me he propuesto este reto: año nuevo, más desapego… y ¿tú?
Desapego
No busco la persuasión. Sólo escucha. No quiero convencer, pero mírame. Observas el tono purpúreo del sol, y rápidamente te giras en busca de la luna. Con el estómago lleno de gachas recorres la ciudad para comprobar que los silos permanecen llenos. Has nacido del tiempo, el adobe de tu casa tiene la factura inconfundible del tiempo, el tiempo arroja arena sobre el dorso de tu mano, destruye tu rostro, implacable, aja tu mirada. De continuar así, pronto la gangrena manchará tu piel. Conozco tus sufrimientos. Inclino mi mano en el mudra solemne que pacifica. Te digo, no temas.
Nada conforma el tiempo sino la ansiedad. Tu angustia es el tiempo. Cierra la boca. Acompáñame. Imítame en el patma ashna, hazte un excelso cirujano extirpador de tumores que consumen el ánimo. Siente el viento sobre la cara, pero no pienses en el viento. Siente tu palma sobre la otra en dnyana mudra, pero olvida su peso. Siente el asiento de terciopelo del loto, pero piensa sólo que, como él, fluyes a través del río. Haz desaparecer el río de tu mente. Ahora tú eres el río, tú eres fluido. Desapego.
Yo te haré adquirir la urna si prestas atención, si te mantienes concentrado pero pierdes rigidez, si aprendes disciplina al tiempo que abandonas la ascesis. Mis rodillas no son las del cangrejo. Son una boa flexible pero inquebrantable, son como la raíz que se queda quieta en el mismo sitio. Mis cejas, las ramas del árbol entre las que se cuela el aire. Mi pelo, estrictamente recogido, sin permitir que un solo cabello masaje mis hombros, símbolo de extrema concentración. Mis ojos, el océano al amanecer. Mi mirada, extraviada irrevocablemente en el hueco no afectado por los segundos, en el espacio no domeñado por las dimensiones donde se ofrecen a la mente el espectro de colores que componen la realidad y que no pueden ser sometidos a interpretación. Colores que no pueden ser descritos, que se amalgaman al entendimiento como hace la tierra con la gota de agua. Los colores que se escapan a cualquier categoría, porque son los colores innombrables que conforman la vida interior.
¿Entiendes ahora que el ser apesadumbrado no padece un dolor tangible, y que éste no es más que una visión proyectada por los demonios? ¿No ves que el escorpión que se acerca a ti es tan sólo un caprichoso diseño ecléctico, y que su picadura no provoca en tu cuerpo más que el desenfreno de la libido? Nada de esto es real. Ni tan siquiera la putrefacción de tu cuerpo después de la mordedura del alacrán.
Para desembarazarte de la percepción, has de purificarte por la meditación. Ahora sí, mírame. Mi carne ha desaparecido y se ha tornado de la textura del oleaje. Rasa. Paladea mi figura, llégate a mí, accede a este cuerpo volumétrico pero, veloz, trasciende la piedra. Atraviesa mi mirada que es ahora como un pozo inmenso. Sumérgete en él, húndete en el vacío. Ya ves los colores puros que no tiñen ningún objeto, pero que definen el Ser, todo lo existente. Sólo luz pura que difumina los contornos.
Hijo mío, cuanto te he esperado. Rasa. Criatura, has conocido el Nirvana.
(Gracias a Miguel A. Ramirez Cordón, filósofo y poeta, por colaborar escribiendo este precioso poema. y ¿tú? ¿tienes algo que contar sobre India? Si te quieres animar, no dudes en escribir a [email protected] o dejar un comentario abajo ;)).
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